23 Sep CATA FLORAL

La amistad longeva genera, entre otros frutos, una gran complicidad.
Como la que se puede llegar a crear entre los vinos y las flores.
Daniel y yo somos amigos, somos cómplices y somos hermanos; y la cimentación sobre la que se sostiene nuestro afecto es la comunicación.
Daniel González es enólogo, un prestigioso profesional, por cierto, y yo soy artista floral y contorsionista diletante, y me yergo como una señora de Mingote cuando digo que soy suertudísima porque Daniel es mi amigo.
Consideramos que el lenguaje es un elemento humanizador, unificador, esclarecedor y absolutamente imprescindible, y por eso decidimos construir un discurso único con nuestros propios idiomas: el de las flores y el de los vinos.
Sonó ese click del eureka de Viki el vikingo, y se nos ocurrió crear la
CATA FLORAL.
El reto es el siguiente:
El enólogo propone un vino. Lo catamos, nos lo explica, nos narra todos los detalles y nos hace olerlo, sentirlo, saborearlo, observarlo y disfrutar de todos sus matices. Con esos mimbres la artista floral crea una pieza que interpreta el vino catado y la cuenta y muestra al público asistente.

En una segunda ronda, el juego es al contrario, la artista floral presenta y explica un ramo o centro creado especialmente para este momento, y el enólogo elige un vino ad hoc que nos da a probar y que nos detalla.
2 tintos – 2 blancos
4 piezas florales
“Mil sensaciones, cientos de anécdotas y mucho amor”.
Porque todo lo que hacemos, lo hacemos con mucho mimo.
En estas dos primeras sesiones de #CATAFLORAL hemos reflexionado sobre la infancia, sobre el arraigo, la dignidad y la locura.
Cada pieza floral interpretaba un vino y cada vino regaba un arreglo floral.

• La infancia y el verano de secano se celebraron con gladiolos y José Pariente.
• La tierra, el arraigo y la región vaciada se defendieron con La Bruja de Rozas y con canela, amaranto, lisianthus, musgo y leña.
• La barbilla levantada y la belleza frente al desastre, la dignidad en los malos momentos se aplaudió con Domaine La Colliere La Fontaine, y con carmín, celosía y alstromelia.
• Y la locura se reivindicó con El Perro Verde y un delirio fresco de verdes de eucalipto, olivo, choisya, monstera, molucella, asclepia, brasica y lentisco.
La amistad, el amor, el ingenio, el sentido del humor y la libertad en términos absolutos nos arropan en este viaje.
Mil gracias a
Alejandro por el amor, la ayuda, su apoyo y por ser ma raison d’être.
A Raquel y Martina, a Esther, a Mamen, a Primi, a Ava, a Pipi, a Juan y Claudia, a Olga, a Samo, a Fer, a Juan… a todos los que compartís con nosotros este proyecto y lo entendéis o lo comprendéis.
Nuestra cata floral MOLA.
“Una experiencia florgásmica, estimulante, organoléptica, transgresora y muy divertida”.
Vamos por el camino del entusiasmo.
¿Nos acompañan?

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